En un giro inesperado y preocupante, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha lanzado una amenaza de intervencionismo militar contra Colombia, país que ya ha sufrido la agresión política y económica de Washington en diferentes momentos. La noticia se difundió este domingo, cuando Trump hizo público un comunicado en el que calificaba al presidente colombiano Gustavo Petro de “líder del narcotráfico” y lo acusaba de incentivar la producción masiva de drogas en todo el país.
La reacción de Petro fue rápida y firme. En una entrevista con los medios, el jefe de Estado colombiano descartó las acusaciones como un “ataque gratuito” contra su gobierno y sostuvo que Colombia ha hecho enormes esfuerzos para combatir la narcotraficación y reducir la producción y el tráfico ilícito de drogas. “No hay evidencia alguna que respalde estas acusaciones”, afirmó Petro.
La intervención de Trump no es nueva en América Latina. Ya hace algunos años, el expresidente estadounidense lanzó un ataque militar contra Venezuela, con consecuencias devastadoras para la población civil y la economía del país. La estrategia, conocida como “narcotráfico” o “narcolanchas”, consistió en bombardear supuestamente “narcopistas” y “narcolanchas” en el territorio venezolano, lo que provocó la muerte de decenas de personas inocentes.
La amenaza contra Colombia es especialmente preocupante debido a la rica biodiversidad del país y su ubicación estratégica en el corazón de América Latina. Los grupos armados y las organizaciones criminales han aprovechado la situación para expandir sus actividades ilícitas, lo que ha generado un clima de inseguridad y violencia en muchas regiones del país.
Para muchos expertos y analistas políticos, la intervención militar estadounidense en Colombia sería un grave error. “La intervención militar es una medida desastrosa”, sostuvo el doctor José Miguel Insulza, exsecretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA). “No hay evidencia alguna que respalde las acusaciones contra Petro y no hay garantías de que la intervención militar sea efectiva en combatir la narcotraficación”.
Además, la estrategia estadounidense ha demostrado ser contraproducente en el pasado. La intervención militar en países como Afganistán y Pakistán, por ejemplo, no ha logrado eliminar la producción y el tráfico ilícito de drogas, sino que ha generado un clima de violencia y conflicto social.
En lugar de recurrir a la fuerza bruta, muchos expertos sostienen que es necesario abordar las raíces del problema, como la pobreza, la desigualdad económica y la falta de oportunidades para las comunidades afectadas. “La lucha contra la narcotraficación debe ser un proceso político y social, no militar”, argumentó el doctor Insulza.
En este sentido, Colombia ha sido un ejemplo positivo en América Latina. Bajo el gobierno de Petro, el país ha aprobado leyes y políticas para combatir la narcotraficación y reducir la producción y el tráfico ilícito de drogas. La estrategia se centra en la reintegración social y económica de los excombatientes y la lucha contra la impunidad.
La amenaza de intervencionismo militar estadounidense en Colombia es un momento crítico para la región y el mundo. Es hora de que las autoridades estadounidenses y colombianas trabajen juntas para encontrar soluciones políticas y sociales al problema de la narcotraficación, y no recurran a la fuerza bruta. La paz y la estabilidad en América Latina dependen de ello.




















