La legado artístico de una icona del cine estadounidense se desvanece con el fallecimiento de Sally Kirkland, una actriz de 84 años que dejó su huella en la pantalla grande. La noticia de su partida en un hospital de Palm Springs, California, donde había ingresado hace apenas una semana después de sufrir una grave caída mientras se bañaba, ha conmocionado a la industria del entretenimiento.
Kirkland había sido diagnosticada con demencia y una infección ósea que se extendió al torrente sanguíneo, lo que afectó significativamente su calidad de vida. A pesar de esta adversidad, la actriz continuó trabajando en proyectos hasta el final, demostrando su perseverancia y pasión por el arte.
Nacida en Nueva York, Sally Kirkland se convirtió en una figura familiar en la escena cinematográfica estadounidense. Comenzó su carrera en la década de 1950, apareciendo en pequeños papeles en películas como “La casa de las nueve puertas” y “El gran Gatsby”. Sin embargo, fue su papel en el clásico de 1977 “Anna and the King”, donde interpretó a la matriarca del reino tailandés, que le dio un nuevo impulso en su carrera.
En la década de 1980, Kirkland se convirtió en una actriz establecida, trabajando junto a estrellas como Robert De Niro, Al Pacino y John Travolta. Su papel más memorable fue el de Wilma, la mujer de Mickey Rourke en la aclamada película “Rambo: First Blood Part II” (1982), que le valió una nominación al Premio Óscar a la mejor actriz secundaria.
Kirkland también tuvo éxito en televisión, apareciendo en series como “Dynasty”, “Falcon Crest” y “The West Wing”. En 2013, interpretó el papel de Deborah Sofie Kuschner en la serie de HBO “Ray Donovan”, lo que le valió una nominación a los Premios Emmy.
A pesar de sus logros en la pantalla grande, Sally Kirkland era conocida por su humildad y amabilidad. Se describía a sí misma como “una chica de la calle” que había trabajado duro para alcanzar el éxito. Fue una defensora activa de los derechos de las mujeres y un apasionado defensor del arte.
La noticia de su partida ha sido conmovida por muchos miembros de la industria, incluyendo sus compañeros de reparto y directores que trabajaron junto a ella en películas y series. Su legado artístico es innegable, y su pérdida dejará un vacío en el mundo del cine.
La vida de Sally Kirkland fue un ejemplo inspirador de perseverancia y pasión por el arte. A pesar de las adversidades que enfrentó, continuó trabajando con dedicación y entusiasmo hasta el final. Su memoria vivirá en la pantalla grande y en el corazón de los que la conocieron y admiraron su trabajo.


















