En el mundo del fútbol mexicano, hay momentos que se graban en la memoria colectiva y se convierten en mitos. Uno de ellos es la frase pronunciada por Antonio Mohamed en 2014, cuando levantó el trofeo de Campeón con América en el Apertura después de anunciar su inmediato adiós como entrenador del equipo. La sentencia, que sonaba a “les dejo la copa y me llevo mi dignidad”, se convirtió en un símbolo de rebeldía y de defensa de la integridad personal.
Ahora, once años después, Ricardo Peláez, quien era el presidente deportivo de América en ese momento, ha reconocido públicamente su error al tratar mal a Mohamed. Y lo hizo en un escenario inesperado: pleno show de Futbol Picante en ESPN. La emisión se convirtió en una especie de terapia colectiva para los fanáticos del fútbol, que pudieron disfrutar del momento de arrepentimiento de Peláez.
La conversación entre Peláez y el analista deportivo, Jaime Ortiz Monasterio, fue tensa pero sincera. Peláez admitió que había cometido un error al no valorar la dedicación y el esfuerzo de Mohamed, quien había llevado al equipo a la victoria después de una campaña difícil. Reconoció que su comportamiento hacia el entrenador había sido “inapropiado” y que se sentía “muy mal” por lo ocurrido.
La entrevista fue un ejercicio en honestidad, en el que Peláez no buscó justificarse ni excusarse por sus acciones. Simplemente admitió haberse equivocado y pidió disculpas a Mohamed, quien ha sido objeto de críticas y desacuerdos durante mucho tiempo. Fue un momento emotivo, especialmente para los seguidores del fútbol que conocen la historia detrás de esa frase tan famosa.
En cierto sentido, la entrevista fue un ejercicio en curación para Peláez y los fanáticos del fútbol. Fue un reconocimiento público de los errores cometidos y una oportunidad para hacer justicia y superar las heridas del pasado. Como dijo Peláez, “no hay que lamentarse por lo que ha pasado, pero sí hay que aprender y crecer”.
La entrevista también fue un recordatorio de la importancia de la honestidad y la humildad en el mundo del fútbol. La falta de integridad y respeto hacia los demás puede llevar a consecuencias negativas para las instituciones deportivas y para las personas involucradas. Por otro lado, la capacidad de admitir errores y pedir disculpas puede ser un factor clave en el crecimiento personal y profesional.
En fin, el momento en que Peláez pidió disculpas a Mohamed fue más allá de una simple entrevista o un gesto público. Fue un acto de arrepentimiento y de justicia que puede servir como un ejemplo para las instituciones deportivas y para los fanáticos del fútbol en general.