El hasta ahora vicepresidente de Taiwán, Lai Ching-te, asumió el lunes el liderazgo de esta isla autónoma e instó a China a detener su «intimidación» política y militar a este territorio cuya soberanía reivindica Pekín.
Ganador de las presidenciales de enero, el nuevo presidente de 64 años es observado desde China como un «peligroso separatista» que provocará «guerra y declive«.
Poco después de su investidura en Taipéi, el gobierno chino advirtió contra los esfuerzos independentistas de Taiwán.
«La independencia de Taiwán es un callejón sin salida«, declaró el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores Wang Wenbin. «No importa bajo qué apariencia o bandera, la búsqueda de la independencia y secesión de Taiwán está condenada al fracaso», subrayó.
El «hecho» es que existe «una única China», aseguró Pekín.
Preservar la soberanía
Las relaciones entre Pekín y Taipéi se deterioraron significativamente durante los ocho años de mandato de la presidenta saliente Tsai Ing-wen que, como su sucesor, es una firme defensora del modelo democrático de la isla.
En el pasado, Lai incluso llegó a definirse como «un trabajador pragmático por la independencia de Taiwán«, aunque ahora ha suavizado su retórica y aboga por mantener el statu quo, es decir, preservar la soberanía del territorio sin declarar formalmente la independencia.
En su discurso de investidura, celebrada en el Palacio Presidencial de Taipéi, Lai instó a China a «cesar su intimidación política y militar contra Taiwán» y a «mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y en la región».